Depto Tecnología
El confinamiento debido a la crisis sanitaria del COVID-19 ha cambiado drásticamente la rutina de los niños, niñas y adolescentes. Tener que quedarse en casa durante unos meses no solo ha supuesto adoptar hábitos más sedentarios, sino que también ha disparado el uso de pantallas, como teléfonos móviles, consolas, tablets, televisión u ordenadores. Antes de la cuarentena, solo el 15% de los niños y niñas españoles usaba estos dispositivos más de 90 minutos al día; durante el confinamiento, ese porcentaje ha subido al 73%, según una investigación sobre cómo la crisis ha afectado a la infancia llevada a cabo por la Universidad Miguel Hernández.
Este aumento del uso de los dispositivos electrónicos por parte de niños, niñas y adolescentes ha sido un efecto inevitable del confinamiento debido a varios factores, como la imposibilidad del juego en el exterior, el traslado del aula educativa del mundo presencial al virtual y también a que su ocio, tiempo de descanso e incluso sus relaciones con amigos y familia han tenido que realizarse recurriendo a las nuevas tecnologías.
De hecho, uno de cada dos padres y madres ha comprado algún dispositivo a lo largo de estos meses de cuarentena, ya sea para las clases online de sus hijos (49%), para su trabajo (29%) o para ocio digital (20%). Es uno de los datos extraídos del informe ‘El impacto de las pantallas en la vida familiar durante el confinamiento’, realizado por la plataforma digital Empantallados y la consultora GAD3.
Efectos negativos del uso de tecnologías durante la crisis del COVID-19
Durante los meses de escuela en casa, miles de chicos y chicas se han visto privados de movilidad y sus rutinas de estudio han estado acompañadas en exceso de dispositivos electrónicos. “Estoy sentada en este pupitre desde las 8:00 de la mañana, paro a comer, terminamos a las 17:00 y toda la tarde haciendo tareas. No tengo tiempo para casi nada”, dice María, de 15 años, quien además aclara que en lo relacionado con los estudios durante la cuarentena lo ha hecho “absolutamente todo por ordenador”. Se queja de que las tareas son excesivas: “Hacemos más cosas de las que haríamos en clase un día normal. Muchos profesores ponen la videoconferencia en la que nos explican temario y luego nos mandan una hora de deberes o dos horas. Al final estamos todo el día en clase y luego por la tarde también”.
Esa es la situación de miles de niños, niñas y adolescentes que se han visto obligados durante estos meses a continuar la escuela en sus casas, a realizar las reuniones escolares por videollamada o a utilizar las plataformas educativas online. Sin embargo, no sólo los estudios han sumado horas de pantalla: también el contacto con amigos o la familia y el ocio. El entretenimiento digital ha aumentado considerablemente, según el informe: de lunes a viernes, los más pequeños han utilizado las pantallas a diario durante casi cuatro horas, un 76% más que antes del confinamiento. El fin de semana, la media ha sido de cinco horas al día, lo que supone un aumento del 33%.
El estudio muestra en datos los problemas asociados al uso excesivo de pantallas para la infancia y adolescencia: uno de cada dos padres o madres piensa que estas han contribuido en algún momento al aislamiento de cada miembro de la familia, el 25% cree que la tecnología ha aumentado los conflictos con los hijos y cuatro de cada diez opinan que es necesario crear hábitos de desconexión. Entre sus preocupaciones principales respecto a los efectos de un uso indebido de la tecnología por parte de la infancia se encuentran la pérdida de salud ocular y el insomnio.
La saturación de pantallas ha sido un obstáculo incluso para garantizar el derecho a la participación de niños, niñas y adolescentes: es algo en lo que coinciden varios expertos que compartieron su experiencia en uno de nuestros encuentro online sobre participación infantil y adolescente durante la cuarentena. Lucía González, del Cabildo de Fuerteventura, cuenta que a la hora de continuar la participación durante la cuarentena mediante reuniones online encontraron dificultades relacionadas con la mala conexión, pero también con la saturación de tareas y pantallas y un mayor cansancio en las últimas semanas. “Empezamos con mucha energía, ahora hay cansancio: [los chicos y chicas] están hasta 10 horas al día delante de pantallas. Son demasiadas horas”, dice. Lorena Núñez, técnica de dinamización de infancia y adolescencia del Ayuntamiento de Quart de Poblet, ha observado también que durante la cuarentena ha existido una saturación de pantallas y una hiperconectividad excesiva entre los más jóvenes: “Las familias y niños no dicen que no pueden más, que necesitan otro espacio de encuentro”.
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